Al igual que el último post, en que hablaba de qué hace bonita la espalda en una mujer, hoy reflexionaremos a propósito de la espalda masculina, qué la hace atractiva o todo lo contrario, su simbología y cómo evoluciona si se descuida. Vuelvo a recomendar a los que deseen ahondar en los aspectos antropológicos de las diferentes partes de nuestro cuerpo, las obras de Desmond Morris, “El hombre desnudo” y “La mujer desnuda”.

Ya sabéis que la espalda es la parte de nuestro cuerpo que se lleva el trabajo más duro, pues debe mantenernos erguidos sobre las extremidades inferiores. Hasta el siglo pasado la actividad diaria, mucho más física, mantenía los músculos de la espalda en buenas condiciones, pero el sedentarismo ahora reinante hace que éstos se vean cada vez más debilitados, y es que las largas horas en el coche, o sentados en la oficina y después tumbados en el sofá no son lo mejor para tener la musculatura en buenas condiciones, así no se trabajan los trapecios, dorsales anchos o los glúteos…en cuanto se les pida un esfuerzo como levantar algo pesado, nos la estaremos jugando, más los hombres que las mujeres, pues se os suele pedir o consideráis, con razón, que tenéis más fuerza, y así los hombres sufrís aún más de la espalda que nosotras.

Es también común el error de asociar a tanto sedentarismo la práctica de algún deporte intenso días esporádicos, en el fin de semana, pero….¿cuántos no os  habéis lesionado después del partidillo de fútbol con los compañeros, o tras la partida de tenis del domingo? Hay que hacer ejercicio de forma regular, no pegarse un machaque de vez en cuando….El dolor de espalda es una de las principales aflicciones del hombre moderno, de hecho 9 de cada 10 hombres sufren dolor  en algún momento de su vida, 5 de cada 10 lo padecerán anualmente, y es desde luego una de las más frecuentes causas de consulta médica, así como de baja laboral. Es la región lumbar la más afectada, al soportar el peso de la parte superior del cuerpo, y de lo que carguemos en brazos y hombros, es también la parte que se dobla al agacharnos o inclinarnos. Y todo por olvidar la espalda, por no ejercitarla, por no dejar de cargarla sin hacer nada por mantener los músculos fuertes y en buen estado. Por eso protesta.

Al efecto negativo de la falta de ejercicio debemos sumar el daño que suponen las malas posturas de forma mantenida (sobre todo en el trabajo) así como el factor stress prolongado, la ira reprimida o la depresión, que conducen a sobrecargar y a adoptar peores posturas, con la tensión muscular que asocian, como causa y consecuencia….mal círculo vicioso éste, excesivo para la espalda, por más brillante que sea su diseño y anatomía.

Ya desde un punto de vista simbólico, si la espalda femenina traduce vulnerabilidad, exposición, fragilidad, la del hombre traduce su fuerza y virilidad. Con una perspectiva antropológica, vemos que es precisamente la espalda la habitual zona corporal a la que se destinan los castigos físicos, en forma sobre todo de azotes o latigazos, tal vez por lo que representa y por ser al mismo tiempo una zona tan amplia y expuesta. En todas las culturas y civilizaciones, aún en nuestros días como sabemos, es el castigo de los latigazos el más recurrente. Y en cuanto a los “castigos” a que se somete la espalda del hombre contemporáneo, podemos citar, dándole la razón a D. Morris, los tatuajes a veces tan excesivos, cuando no la práctica cada vez más extendida de la depilación..(uy, la depilación con cera en algunas espaldas cargadas de vello…aún con láser puede resultar más llevadera….en fin, nada que las mujeres no lleven sufriendo siglos…). Las modas son así, ya no resultan agradables las espaldas con mucho vello, los patrones están cambiando, y en esa mezcla de masculino-femenino que se impone en el canon masculino, hay que unir la espalda fuerte y bien musculada con una piel suave y casi lampiña…las cosas están así.

En cuanto al canon, la espalda masculina debe ser bien ancha en su parte superior, a la altura de los hombros, reduciéndose su anchura hasta llegar a la pelvis, que en cambio debe ser estrecha, casi sin transición en la cintura, siempre estrechándose hasta el final, en donde comienzan las extremidades inferiores. La espalda femenina es estrecha y recta, estrechándose en la cintura y ensanchándose en la pelvis. En un hombre el porcentaje anchura de cintura y anchura de pelvis óptimo es 9:10, siendo 7:10 en las mujeres. La pelvis masculina es más estrecha que la femenina, como promedio unos 36cm de anchura en un hombre frente a los 39 cm para una mujer. Esta diferencia no parece tan grande, pero tengamos en cuenta que en las mujeres parece mayor por el contraste con la cintura, mucho más estrecha.  Por ello, lo que hace atractiva, y más masculina, una espalda en un hombre es la anchura a la altura de los hombros y la estrechez en las caderas, con una cintura inaparente, ni estrecha ni redondeada.

Pero como siempre la genética juega malas pasadas. En las mujeres, la distribución de los depósitos de grasa parece respetar la divina proporción cintura: caderas, no así en los hombres, donde los depósitos extra de grasa no suelen respetar vuestra cintura, siendo los rodetes en crestas ilíacas  (también llamados flotadores, o michelines, o “love handlers” en inglés…) tremendamente habituales en hombres y, junto al abdomen, esa zona débil donde acumuláis grasa.

¿Cómo mejorar el aspecto de la espalda? Al igual que comenté cuando hablamos de la espalda femenina, lo primero es cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud, pues la espalda refleja, en forma de malas posturas y sobrecargas por la tensión muscular, cualquier problema físico. Y sobre todo refleja nuestros problemas emocionales. El cuidado de la salud pasa por prestar atención a nuestra nutrición, por supuesto, por abandonar el sedentarismo y realizar actividades físicas de forma regular. Si los problemas emocionales están interfiriendo o somatizándose en la espalda, aparte de las oportunas terapias o ayudas psicológicas si se precisaran, no hay que desdeñar terapias físicas tipo pilates y yoga, cada una bien diferente pero muy eficaces ambas.

Y, si se desea mejorar aún más, para los hombres son perfectas las actividades de musculación en gimnasio, que buscan tonificar e hipertrofiar, asociadas a actividades aeróbicas para equilibrar y coordinar diferentes grupos musculares al par que controlar peso y así los posibles depósitos grasos inestéticos, sobre todo en la cintura. Lo mejor en cuanto a las actividades aeróbicas es, sin duda, combinar varias, en especial la triada carrera-natación-ciclismo. Por último, y sólo si ya se hace todo lo referido hasta aquí, si no se consigue el aspecto deseado, se puede recurrir a la cirugía plástica.

La cirugía plástica para la espalda en hombres se centra en la liposucción de los rodetes o depósitos en la cintura y crestas ilíacas, pues incluso hombres muy delgados acumulan grasa aquí. Contamos con una piel excelente, gruesa y sin flaccidez, que garantiza una buena retracción tras la lipoaspiración. Con frecuencia se asocia la liposucción en cintura con la del abdomen. En cuanto a las caderas, es casi excepcional en hombres acumular grasa en estas áreas, pero en los casos de una genética enemiga se podrá recurrir aquí también a una liposucción. En cuanto a los glúteos, si se desea su aumento podremos optar bien por una lipoestructura o aumento con grasa (siempre que haya depósitos de grasa suficientes en otras localizaciones) bien por unas prótesis, específicas para los glúteos. Pero siempre siempre, lo primero, controlar el peso y hacer ejercicio, aeróbico y anaeróbico de musculación, como medidas imprescindibles, y la cirugía sólo para perfeccionar.

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