No es una cuestión de moda. La humanidad lleva miles de años sintiéndose atraída por el mismo tipo de labios. La razón  la encontramos en la antropología. Estoy fascinada por los libros de Desmond Morris, «La mujer desnuda» y «El hombre desnudo», donde analiza como un zoólogo cada parte de nuestro cuerpo, cómo ha evolucionado y qué características les confieren su belleza. Hablemos de los  labios humanos.

Lo más sorprendente de nuestros labios es que, a diferencia del resto del mundo animal, sólo nosotros los tenemos vueltos hacia fuera! Si miramos a los animales más cercanos a nosotros, en la escala filogenética, como los chimpancés, veremos que la parte carnosa, suave y húmeda del labio está oculta, mientras los humanos la tenemos a la vista. La explicación se relaciona con nuestra evolución como adultos infantilizados.

En efecto, los humanos conservamos cada vez más rasgos pueriles, y aún más las mujeres, que – siempre siguiendo a Morris– somos el animal más avanzado o desarrollado, y en este contexto resulta que mostramos más rasgos infantiles en este proceso de puerilización. Así, los labios femeninos se muestran más llamativos y protuberantes que los masculinos.

¿ A qué se debe este cambio evolutivo en nuestros labios? Realmente es una mejora evolutiva, si vemos un embrión de chimpancé de unas 16 semanas, encontraremos que sus labios están hacia fuera, grandes, humanoides, pero en un par de meses éstos se contraen u ocultan. Los labios humanos no son ya infantiles, son embrionarios! El objetivo es facilitar la lactancia, el acto de succionar es más eficaz con unos labios suaves y carnosos, y más aún si es del también extraordinario y evolucionado pecho femenino.

En realidad, conforme vamos siendo adultos, el labio se va contrayendo y afinando, entre  las mujeres a un ritmo más lento. Y está claro su papel de atracción sexual, de ahí todas esas formas de mostrarlo, humedeciéndolo, gesticulando, embelleciéndolo ( con maquillaje o con cirugía, para engrosarlo, dibujarlo, o devolverle el aspecto juvenil).

Y, ¿por qué son tan sexuales? Claramente asemejan a los otros «labios», incluso tienen el mismo nombre..la relación o mimetismo es más que evidente.

La coloración o maquillaje labial es tan antigua como el hombre. El rastro más antiguo data de la ciudad neolítica de Ur, hace ya 4500 años, donde la reina Puabi fue enterrada con una buena provisión de rouge y sombras coloreadas para la otra vida. Durante siglos se ha relacionado el rojo labial con el realce y la provocación, incluso fue denostado como propio de mujeres de vida alegre por la enorme atracción sexual que confería a su portadora, pero ni siglos de represión acabaron con él.

¿Y la forma? Ya en revistas femeninas del siglo XIX lo muestran maquillado en forma de corazón, lo que le da un aspecto muy infantil y, por tanto, muy muy atrayente. La estrella del cine mudo de los años veinte, Clara Bow, lo volvió a poner de moda. Décadas después, fueron surgiendo el brillo de labios y, avanzado el siglo pasado, otros colores diferentes al eterno rojo.

Hoy día, las revistas los muestran siempre muy carnosos y sobre todo, muy brillantes y superhúmedos, como muestra  de que la mujer se ha liberado de tabúes y ya no oculta sus deseos y su sexualidad.

Dejando aparte el realce con maquillaje, hay otras formas de modificarlos, algunas tan llamativas como esos discos o labrets entre tribus de Etiopía o Sudán, o los tatuajes en otras tribus, hasta llegar a la cirugía cosmética del labio, que empezó en California entre las actrices de Hollywood y no ha parado de evolucionar.

Pero esto ya lo comentaré en otro post.

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